sábado, 12 de mayo de 2012

El Cilulo. Tradición perdida en San José Alto (Cartavio)


Quién no ha escuchado alguna vez cierta música andina cajamarquina que se menciona al carnaval del verano. Quién alguna vez ha visto por Tv este baile con trajes que añoran el pasado del campo.
Quién puede decir que lo que ha visto en esta tradición es todo y no siendo así, ¿por qué? porque cada pueblo tiene su identidad.
 El pastoreo es una de las actividades ganaderas de la zona de San José Alto.

La tala de árboles es hoy un caso especial, se debe considerar que hay que sembrar y elegir bien cuando celebremos una fiesta así. Pero, ¿es cierto que en todo pueblo se debe decir “el Palo Cilulo”? pues no es así siempre. Veamos.

Al llegar con mi bicicleta en la entrada del caserío de San José Alto pude observar a tres señoras sentadas en las afueras de la Capilla de San Isidro Labrador. Elegí a una de ellas, la señora “Catalina” natural de la zona desde 1951. ¿Curioso cierto? recuerdo el nombre de similar pronunciación, "Carolina", elegido en uno de los cantos carnavalescos del llamado “Indio Mayta”.

Doña Catalina sentada ella toda concentrada, expresaba súper emocionada, que en realidad la fiesta que recordaba era de una manera especial y única en la zona de los alrededores de Cartavio.
“Don Manuel Mendoza y Doña Rosa, esposos, organizaban la fiesta del llamado Palo de Carnavales. En sábado se le colocaba una bandera y lo bailaban, en domingo se bajaba la bandera y era colocado en sus ramas aparte de frutas, ropas, tazones de porcelana (evitándose en lo posible las cosas de plástico), los billetes de dinero. Una cosa curiosa es que don Manuel ponía sentado a lado del palo a un muñeco al que llamábamos El Cilulo.
El Cilulo no era el palo, el Cilulo era un muñeco. Este muñeco se hacía a base de ropa real que el mismo señor Manuel donaba de sus vetir: terno de dril y yanques.
Cuando se tumbaba el árbol luego el señor agarraba a su burro y montaba al Cilulo sobre el animal. Pasaba por las casas, y frente a ellas sacaba un papel, un testamento, y expresaba cosas curiosas como las siguientes:


  • ´A mi hija Apola le dejo dos barricas de chicha y su burro´
  • ´A mi hija Sara Atoche le dejo sus vacas y sus dos cabras flacas´, etc.

Causaba tanta gracia que la gente reía. Luego de hacer ese paseo al Cilulo, era llevado a la parte trasera de San José Alto, a una chacra del Señor Tomás Alfaro (que aún existe y que tiene en su poder Don Víctor Alfaro). En dicho terreno llamado “El Palenque” se preparaba con ramas secas que rodeaban al muñeco y se quemaba, ahí terminaba toda la fiesta.

Me acuerdo eso y  fue cuando yo tendría unos 06 años de edad (1957)”.

Fuente oral
Sra. Catalina Santisteban Sotero (61 años).

Fotos
Prof. Miguel Núñez

4 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bien

Unknown dijo...

Me encantó leer la historia de mi querida tierra.

Miguel Núñez Bartolo dijo...

Felicitaciones por ese orgullo

Anónimo dijo...

Gracias