martes, 20 de septiembre de 2011

1er gobierno de Alan García. Inflación en Cartavio

inflación en Cartavio

Recuerdo cómo mi familia con muchas ansias deseaba que llegue “al poder” el APRA, y ese momento ya estaba próximo. Aprendí por medio de mi padre, don Fernando Núñez Pimentel, que este partido político había tenido oportunidades de gobernar años atrás, solo que militares y derechistas no dejaron ese paso libre.

Una vez ganada las elecciones (1985), Alan García se animó a venir para Cartavio en helicóptero como Presidente de la República, más o menos en 1986. Mucha gente se reunió en la pampa donde llegaban los circos y carruseles - hoy es área verde y la I.E. Máximo Vílchez- y entre el público espectador estaba yo. Esa vez me encontraba en sandalias y cuando aterrizó el helicóptero nos acercamos corriendo; algunos de mis hermanos, aún menores de edad, no pudieron estar junto a mí. La multitud nos separó y unas de mis sandalias quedó atrás.

Se hablaba que él era un ciudadano de 35 años, el Presidente más joven del Perú elegido por el pueblo; yo, en cambio, era un niño de 10 años que por querer conocerlo me animaría a aceptar que de verdad cambiaría al Perú, y ¡vaya que lo cambió!: los aumentos de puestos de trabajo en la docencia a personas no capacitadas, personas que ni habían terminado la secundaria o que nunca tuvieron un estudio superior, se mandó a fabricar más monedas sin tomar en cuenta si nuestra producción nacional era óptima, etc. Fue asesorado mal y sus decisiones en nuestra vida serían fatales.

Una de tantas madrugadas mi madre, doña Olga Bartolo Briceño, me levantaba de la cama para ir a una panadería ubicada a un lado del pesebre. ¿Para qué tan temprano? Para actuar con responsabilidad cuando se escasea la comida, cuando no hay qué comer. Al asistir a la panadería participaba de la larga cola en dos maneras:

1.       Salía de la cama, somnoliento, me abrigaba y apuraba el paso para estar en la “cola” (fila). Buscaba a mi hermana Roxana y al detectar su ubicación ella me entregaba el dinero con la bolsa. Yo entraba en su lugar y ella regresaba a casa, tomaba el desayuno consumiendo el pan del día anterior para luego ir a estudiar al colegio “Cartavio”. La entrada a su colegio era mucho más temprano que el de mi escuela por eso este asunto.

2.       La otra modalidad era que ella u otro(a) hermano(a) iba conmigo y a una distancia prudente de la misma cola comprábamos panes por separado, alejados un poco en la cola uno de otro. La cantidad de venta de pan por persona era controlada; ejemplo no se podía comprar más de 10 unidades por cabeza.

 

En otra oportunidad, recuerdo claramente, fui a comprar leche en tarro a la calle Real en la tienda del Sr. Gamboa pues la leche suelta, o sea en bolsa, escaseaba en el Mercado “Cartavio”. Esa vez tuve que comprar primero un paquete de fideos y luego pedir el tarro de leche Gloria, y se me entregó ambos productos. Pero resulta que, había una señora a mi lado que pidió también un tarro de leche Gloria y no se le entregó porque al desear comprarlo debía haber pedido primero otro producto ¿por qué? porque la leche era escasa y el vendedor tenía que ganarse alguito con su “negocio”.

 

En un tiempo posterior, antes del mediodía, estuve sentado en mi poyo (asiento de barro y piedra) a un lado de la puerta de mi casa y observé cómo personas de diferentes barrios con sus bolsas de compras pasaban dando gritos de reclamo. Aquel grupo no era exageradamente grande pero sí más o menos de unos 30 individuos. Caminaban por la calle Coliseo, no para hacer compras sino para asaltar las tiendas a su paso, ansiaban su tan mentado saqueo. Yo más chibolo fui a observar algo lejos y me interrogaba ¿Qué pasaba? E iba entendiendo el asunto poco a poco.

Entonces llegaron delante de una tienda denominada la tienda de “Don Ordoñez” ubicada frente al local del APRA. Mientras las personas en la calle gritaban en contra de la subida de precios, la señora de la bodega doña María optó por cerrar la tienda. Pero uno de los protestantes comenzó a patear la puerta y yo veía que esa puerta parecía partirse en dos. Mientras la empujaban y pateaban; del otro lado los dueños de la tienda empujaban en sentido contrario. Luego de unos minutos surge la figura de un señor vestido de civil quien se interpuso entre el tumulto y la puerta de la tienda, intercedió para que no atacaran el negocio. Con la pequeña talla que yo poseía pude lograr ver que él enseñaba en su mano una placa de policía, parecía no ser del lugar, los demás policías ni los vi. Una señora, sentada en las graditas de una casa vecina que queda en la esquina, gritaba “¡EL PUEBLO TIENE HAMBRE!”. Luego la gente se retiró, no sé para dónde pero luego las tiendas o bodegas comenzaron a ser resguardadas con rejas, no en contra los ladrones de las noches que casi no existían sino por los saqueos.

El azúcar subía de precio cada día o cada semana, y en casa para endulzar nuestro desayuno debíamos utilizar el azúcar de torta que era horrible. Teníamos que contentarnos con el pan del día anterior, desayuno sin azúcar, con la comida calentada o con la caña de azúcar que traíamos de los cuarteles y que limpiaba nuestra dentadura ya que hasta el “Kolinos” era caro. Y para cocinar ¿kerosene? ¡NOOOO! no podíamos darnos ese lujo, mejor salía del hogar a eso de las 6:00 a.m. hacia las riberas del río Chicama junto a mi padre, madre y a veces con algunos de mis hermanos llevando con nosotros machete para cortar leña, sogas para amarrarla, el triciclo para transportarla y llenar el techo de la casa de esos troncos para la cocina del corral hecha con ladrillos y adobes.

A mi padre, un gran trabajador de la empresa, llevábamos su desayuno o merienda a la fábrica o al garaje. Su dieta consistía en “alimentos del día”. Mi madre decía que él se lo merecía porque nos sostenía como cabeza de familia… ¿y yo?, seguía molesto por la crisis.

Cuando Fujimori inició su primer gobierno (1990-1995) terminé el colegio e ingresé a la Universidad Nacional de Trujillo (1992). Seguíamos comiendo caña de azúcar y las calles eran un basural de planta azucarera; al comienzo no había energía eléctrica absoluta por las deudas de la empresa, luego se reinició el uso de energía entre las 2:00 p.m. y 10:00 p.m. por intervención de la Municipalidad de Santiago de Cao y la computadora no podía usarla en casa pues no había dinero para comprarme una, entonces mejor elegía una máquina de escribir con dos lámparas a kerosene en mi solitaria situación nocturna; la empresa Cooperativa Cartavio cada día se iba de picada y eso sí puedo decir que no fue por culpa de García o de Fujimori, sino de quienes administraron ineficazmente Cartavio.

Si crees que la crisis acabó cuando se fue García, pues te equivocas. Alberto Fujimori tuvo que afrontar las consecuencias de la crisis y solucionar los problemas económicos. Aunque el chinito cayó luego en la corrupción de su autoritarismo, hoy puedo decir que gracias a Dios ya no estoy empapado en la inocencia que gocé cuando niño, mirando al cielo a un presidente en helicóptero, sin darme cuenta que este ‘súper héroe’ se llevaría volando con él los precios de mi comida, aunque nunca se llevó mi esperanza de poder buscar un Cartavio y un Perú mejor.


Mi padre y yo en plena crisis de fines de los ochenta.

Construye tu aprendizaje

1.       ¿Por qué se dieron los saqueos en los tiempos del 1er gobierno de Alan García?
2.    ¿Por qué no es correcto para el gobierno mandar a fabricar muchas monedas nacionales cuando hay crisis económica?
3.       Menciona cuatro adjetivos u otros términos con los que caracterizarías a la gente necesitada de ese entonces.
4.       Menciona en guiones los problemas que afrontaba Cartavio en plena inflación de los ’80s.
5.       Frente a una crisis similar ¿Qué acciones serían recomendables para ti como alumno si tuvieras que hacer tus tareas del colegio y no tuvieras energía eléctrica? ¿a qué acuerdos llegarían con tu I.E.?
6.       ¿Con qué cualidades los líderes políticos pueden lograr convencer a la población?
7.       Si desde ahora te proyectas en ser un buen líder ¿Qué ventajas tendría tu vida en un futuro?